viernes, 4 de marzo de 2011

Desde Coronel Suárez Haciendo Cumbre En El Aconcagua, Ya Es Realidad

Dr. Mauro Lefevre.
El domingo pasado hizo cumbre en el Aconcagua

Calurosa recepción de familiares y amigos.
“La experiencia es impagable, imposible de describir, y termina de convencer que vale la pena luchar por los sueños, cualquiera que éstos sean”.
Una actividad admirable y una travesía que cambia la mirada de la vida.
 
El mismo día, un año después que un hijo de esta ciudad alcanzara la cima del Aconcagua, Freddy Biagioli el 27 de febrero de 2010, otro suarense por adopción (nacido en la localidad de Huanguelén), el Dr. Mauro Lefevre, alcanzó la máxima cumbre de América y una de las siete montañas más altas del mundo, punto a alcanzar por los andinistas más conceptuados del planeta.
Luego de 18 días fuera de la ciudad, el Dr. Mauro Lefevre regresó el miércoles pasado alrededor de las 21 horas a la ciudad para ser recibido en su domicilio particular por su familia y amigos.
Estos 18 días incluyeron el aclimatamiento en un cerro cercano al Aconcagua, en la Provincia de Mendoza, todo el proceso de ascenso con la empresa de Heber Orona, teniéndolo a él y a otros dos guías de su compañía de prestigio internacional, logrando alcanzar la cumbre el domingo 27 de febrero a las dos menos cuarto de la tarde
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El día era soleado, con cielo despejado, que logró verse cuando ya hacía rato que estaban en marcha para recorrer los más de 900 metros hasta el “techo de América”, como se denomina a esta montaña de la Cordillera de los Andes.
El trayecto empezó alrededor de las 5:30 horas de la mañana. Lo hacían despacio, tratando que los pies y las manos no se congelaran a pesar de los guantes de pluma, de las botas especiales y los dos pares de media que cada uno de los 7 expedicionarios (seis extranjeros y el argentino Mauro Lefevre) llevaban puestos como parte del equipo para hacer frente a la temperatura bajo cero.
Cuando este Médico Otorrinolaringólogo divisó la mítica cruz que marca que se llegó a lo más alto, que ya no queda nada por subir, estuvo muchos minutos sin poder hablar, sin poder dar un paso más hacia la foto que otros ya se estaban sacando.
Estaba llorando, emocionado, por haber cumplido un sueño y acordándose de familiares y amigos que lo acompañaron en el proceso de preparación para hacer esta cumbre y que anhelaban tanto como él que alcanzara este logro.
“En las largas noches, en las que nos metíamos en la carpa a las 5, 6 de la tarde y teníamos por delante 10 o 12 horas para descansar y hablar, hubo alguien que recordó una frase conocida que dice que cada uno tiene un Everest dentro que pretende lograr. Al llegar arriba, al mirar desde lo más alto toda la cadena de montañas hasta donde la vista alcanzaba, me di cuenta que había logrado mi cumbre. Y eso es impagable, imposible de describir, y termina de convencer de que vale la pena luchar por los sueños, cualquiera que éstos sean”.
Ayer por la mañana, el Dr. Lefevre ya se había quitado la espesa barba de 18 días que lo hizo parecer como un desconocido ante su esposa Claudia y sus hijos.
Recibió a La Nueva Radio Suárez en su consultorio particular de la calle Mitre, rodeado de todos los diplomas que ha reunido a lo largo de su carrera profesional.
Estaba intacta la emoción de la experiencia registrada, que sin duda le dio un aprendizaje de vida bien diferente del que tenía hasta ahora. Y tiene, más que nunca, el convencimiento de que cuando uno se propone algo y lucha para conseguirlo… al final lo logra.

La expedición Bicentenario dejó mensajes para ser abiertos en 100 años.
Antes de partir, el Dr. Lefevre había comentado que, paralelamente, iba a estar intentando subir el Aconcagua una delegación argentina que llevaba mensajes de niños para ser dejados en esta montaña, con el mandato de abrirla dentro de 100 años.
La cápsula era portadora de los sueños, esperanzas, deseos de chicos de entre 10 y 12 años de una escuela de Buenos Aires. Una actividad similar se hizo en la Antártida y también en otros puntos emblemáticos del país.
Esta particular delegación había dispuesto que la cápsula se iba a enterrar en el punto donde pudieran llegar todos sus integrantes –con escasa o poca experiencia en la actividad de alpinismo- en forma conjunta.
Fue así que, estando en el campamento base, en Plaza de Mulas, a 4.000 metros de altura, uno de los médicos determinó que no iba a poder hacer los puntos de ascenso que estaban por delante una mujer miembro de esa expedición. Por ello se resolvió enterrar la cápsula con los mensajes en Plaza de Mulas.
Ese grupo de argentinos tomó contacto con los otros argentinos que en ese momento estaban intentando subir al Aconcagua, abrieron la cápsula y les permitieron leer algunos de los mensajes.
El Dr. Lefevre contó que este fue uno de los momentos mas emotivos de la expedición: “fue Ariel Melín (el otro suarense que entonces estaba intentando subir a la cumbre) quien leyó en voz alta los sueños y deseos que los chicos habían escrito: que no haya diferencias sociales, que se acabe con el hambre, que aprendamos a cuidar el medio ambiente, que aprendamos a honrar la vida. Estas cosas tan profundas fueron escritas por chicos de 10, 12 años, con una madurez digna de tomar en cuenta y transformándose en un ejemplo para todos. Nos pidieron que también dejáramos nuestro mensaje, cosa que hicimos, y al día siguiente, en un acto muy emotivo, se dejó enterrada la cápsula en un punto marcado con GPS, que constará en un acta para ser abierta dentro de 100 años”.
Fuente: La Nueva Radio Suárez.

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